Apareces y entre la sombra te pierdes,
caprichosa alma en pena que de penas sabes mucho,
te camuflas y no te veo,
pido a gritos tu presencia,
pido a gritos y no dramatizo.
Apareces y te desvaneces al instante,
sigilosa y armoniosa cual réquiem celestial,
la sombra la haces tuya,
e imperiosamente necesito de tu presencia,
y tú simplemente no estas.
Una, dos, tres gotas caen en mi rostro,
la lluvia desciende dejando su marca en el suelo,
la lluvia de mis ojos que despiden tu avanzar,
tu distancia hacia nuevos horizontes que no incluyen mi presencia,
que no recordaran los buenos momentos pasados.
Solo basta decir adiós,
que la felicidad te acompañe en tu nuevo camino,
que la felicidad que me robaste te sirva de aperitivo,
adiós,
creo que ya te estoy extrañando.
