Y fue la ultima vez y la miré como todos los días, como el cachorro espera alimento entregado por su amo, pero esta vez fue distinto, esta vez ella giró la cabeza y me vio, fueron los 2 segundos mas largos de mi vida, sus ojos color miel se fusionaron en los míos, y mi corazón solo sabia de gozo. Su sonrisa ilumino mi banca y hasta me encegueció. y siguió su camino, dejándome con la sensación de un hombre que quiere mucho mas en la vida.
A la tarde siguiente la espera me carcomía las venas, quería que me volviera a ver, que me diera la oportunidad de conversar, que tal vez tomáramos un café o un helado, que tuviéramos un perro y dos niños, una casa grande y vacaciones en nuestra casa de la playa. Pero ella no apareció, ni hoy, ni mañana, ni después, solo no volvió, la espere por meses en esa banca, sabiendo que no volvería, quizás murió y no pudo volver a venir, quizás solo cambio de recorrido, lo cierto de todo esto es que ella nunca me vio, nadie me ve, por que vivo en esa banca de esa plaza por un poco mas de tres años, y nadie me habla, solo ella era el contacto con el mundo, solo ella debía ser, solo ella podía ser la que me de la llave para lograr la libertad del encierro que ella misma provoco.